jueves, 5 de noviembre de 2009

Delincuencia sindical

La CGT fue creada por la ideología justicialista y solamente para justicialistas.
Los gremialistas no comprenden otra situación de que los sindicatos deben ser justicialistas y no de otra ideología.
Ese pensamiento antidemocrático está establecido en la ley de asociaciones profesionales, donde solamente se acepta un sólo gremio por actividad y hay una sola central obrera.
De esta manera, el gremialismo se transformó en un factor de poder más del partido justicialista y de eso hay múltiples pruebas, vean sino las 14 huelgas que le hicieron a Alfonsin y los armados paros cuando el gremialista de turno quería acceder a una banca en diputados.
Pero este no es lo que deseo comentar, esta introducción es solamente para entrar en tema.
Poco a poco y paradójicamente impulsado por el gobierno actual de Cristina Fernandez, la izquierda reaccionaria va ganando un espacio en el ámbito sindical, muy a pesar de los sindicalistas tradicionales.
Prueba de ello es lo que pasó en Kraft y lo que pasa en Subterráneos de Buenos Aires.
Los delegados de izquierda, tradicionales anarquistas, que no buscan sino el caos por el caos mismo, se oponen con lo que ellos consideran válido que es el corte de rutas , caso de la Panamericana o calles y avenidas en la ciudad de Buenos Aires.
Esto, que constituye un delito, es moneda corriente y ni el gobierno ni los políticos, ni la policía, logra poner orden para proteger a los ciudadanos que no participan de la queja.
Los Moyano que forman un tándem perfecto y que se adueñaron del transporte en Argentina, son el prototipo de la delincuencia sindical.
La patota, la apretada, la amenaza, y todo cuanto tengan a mano para lograr sus propósitos, son los métodos delictivos que utilizan a menudo.
El gobierno de Fernandez es funcional a los reclamos sindicales de izquierda y los Moyano sacan provecho de ello.
Ello es posible porque Moyano logra, a cambio de dejar hacer a los sindicalistas de izquierda, el manejo de las arcas de las obras sociales.
Es decir un cúmulo de delitos que van desde la amenaza, el tráfico de influencias, el corte de vías de comunicación terrestre, todas ellas de la mano de los sindicalistas, no solamente justicialistas, sino también otras ideologías políticas, o sea más de lo mismo.

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